Crítica de Éirígí ante la postura del Sinn Féin sobre la legislación del aborto
La declaración en el Ard Fheis (Congreso Anual) de Gerry Adam de que las mujeres «merecen y tienen derecho a que se crea en ellas» se contradice totalmente con la postura de su partido sobre el derecho al aborto.
El Sinn Féin está ahora a favor de la derogación de la octava enmienda y de la introducción del aborto en circunstancias limitadas que incluyen la violación, abusos y situaciones donde exista una amenaza para la salud o la vida de la mujer, pero críticamente se niegan a apoyar el aborto «bajo demanda».
Este rechazo a apoyar a las mujeres que han decidido abortar es la mejor opción para ellos y es similar a declarar publicamente que NO se debe confiar en las mujeres.
Al apoyar el aborto en circunstancias limitadas, el Sinn Féin está declarando explícitamente que no creen que el aborto de un feto sea moral o legalmente igual al asesinato de un ser humano. Aceptan que un feto en fase inicial aún no es una persona y por tanto, aún no le corresponde el mismo derecho a la vida como a una persona.
Entonces ¿por qué el Sinn Féin está defendiendo que algunos fetos son dignos de protección legal y otros no?
Presumiblemente, el Sinn Féin no cree que haya fetos «buenos» y fetos «malos», así que lógicamente tiene que ver con la circunstancia de la formación del feto. En otras palabras, el Sinn Féin quiere dividir a las mujeres en categorías de aquellas que son «dignas» del derecho al aborto y aquellas que son «indignas» del derecho al aborto.
El Sinn Féin apoya la asistencia al aborto para las mujeres que han sido violadas, para las mujeres a las que el embarazo amenaza su salud física o mental y para las mujeres que llevan fetos con anomalías fatales. Estas mujeres son consideradas «dignas» de asistencia al aborto.
Pero no apoyarán la asistencia al aborto para las mujeres que no sean víctimas de violación o para las que no sean víctimas de la cruel lotería de la salud física, mental y fetal. Se considera a estas mujeres como «indignas» de la asistencia al aborto.
No apoyarán a las mujeres «indignas» que sean sanas, fuertes y de mente sana. No apoyarán a las mujeres «indignas» que han decidido abortar por razones que no son las de Gerry Adams, del Sinn Féin, ni las de ninguna otra maldita empresa.
El acceso a la asistencia al aborto es algo que nadie debería tener que justificar o explicar. Las mujeres no deberían tener que dar una razón de porqué quieren abortar. No deberían tener que ser demasiado jóvenes, demasiado viejas, demasiado pobres, demasiado enfermas o tener demasiados niños antes de poder acceder a la asistencia al aborto. Eso es lo que realmente significa confiar en las mujeres.
Si una mujer de 30 años que sea sana, rica y esté felizmente casada con el Príncipe Encantador quiere abortar, debería ser capaz de hacerlo gratis, de forma segura y legalmente -sin preguntas, sin condiciones, sin juicios. Eso es lo que realmente significa confiar en las mujeres.
En el centro del debate sobre el aborto hay otro debate sobre las mujeres y su sexualidad. La vieja Irlanda que juzgó brutalmente y cruelmente castigó a las mujeres «caídas» no está tan lejos en nuestro pasado. Todavía existían Magdalene Launderies y hogares Mother and Child en activo cuando se insertó la octava enmienda en 1983.
¿Cuántos de nosotros, consciente o inconscientemente, juzgamos a las mujeres por ser sexualmente activas, por tener múltiples parejas sexuales o por no ser «lo suficientemente precavidas»?
Aquellos que apoyan el aborto en «circunstancias limitadas» pero se oponen si es «bajo demanda» deben analizar detenidamente la lógica de su postura. ¿Cómo se puede permitir el aborto de un feto pero no de otro? ¿Es el feto a quien juzgas o a la mujer?
No hay lógica en el término medio de las «circunstancias limitadas» -no hay lógica en una postura que respalde el acceso al aborto para las «víctimas» pero se lo niega a quienes no son «víctimas». No hay otra lógica que la retorcida lógica de la vieja Irlanda misógina.
Proporcionar asistencia al aborto gratuita, segura y legal a mujeres irlandesas en Irlanda no llevará al colapso de la sociedad irlandesa. No conducirá a que las mujeres tengan muchas más relaciones sexuales sin protección o a que usen el aborto como sistema anticonceptivo.
Lo que hará es conseguir que las mujeres puedan abortar antes de sus embarazos que en la actualidad. Y terminará con el estrés y el costoso gasto innecesario que decenas de miles de mujeres irlandesas han soportado ya por tener que viajar a Gran Bretaña y otros lugares para obtener asistencia al aborto.
Hacer que los abortos gratuitos, seguros y legales estén disponibles para todas las mujeres también enviará lo más fuerte posible el mensaje de que, como nación, confiamos en las mujeres.
El aborto siempre será una importante decisión vital que las mujeres tendrán que sopesar cuidadosamente. Algunas mujeres nunca se arrepentirán de abortar y algunas lo lamentarán terriblemente. Eso es lo que realmente significa confiar en las mujeres.
Confiemos en las mujeres para tomar decisiones en relación con sus propios cuerpos y confiemos en que vivan con las consecuencias de sus decisiones. Las mujeres no necesitan del resto de nosotros para protegerlas de sus propios cuerpos o de sus propias decisiones.
Éirígí debatió la cuestión del aborto durante varios años, adoptando inicialmente una postura de «circunstancias limitadas» antes de adoptar la postura correcta de apoyar el pleno derecho al aborto. Por tanto, como partido, nos damos cuenta de que puede llevar tiempo y esfuerzo llegar a la postura correcta. Pero nosotros lo hicimos bien, y ahora otros partidos, incluído el Sinn Féin, deben hacer lo mismo rápidamente.
El republicanismo, como teoría política y como movimiento organizado, debería estar en el corazón del movimiento por el derecho al aborto y por los derechos de las mujeres en general. Y ahí es donde nosotros estaremos. Únete a nosotros en la lucha por el derecho al aborto para todas las mujeres.
Republicanos irlandeses por la libre elección…
sin juícios ni condiciones
¡Libre!
¡Seguro!
¡Legal!
Brian Leeson, presidente de Éirígí