Sobre la situación en Cataluña
¿Qué está pasando en Cataluña? Esta nación, situada en varias regiones de cultura catalana (Valencia, Baleares, Andorra…), principalmente en el Estado español y parte en el Estado francés, tiene una situación política que se desarrolla velozmente con una crisis política sin precedentes. Desde el año 2015, el Gobierno de la Generalitat (organización política de poder ejecutivo y legislativo regional en esta «comunidad autónoma», integrada hace siglos en el Estado español) ha prometido avanzar hacia la independencia. Con este objetivo, la Generalitat convocó un referéndum para el 1 de octubre de 2017.
El gobierno conservador español de Mariano Rajoy (líder del Partido Popular, representante del ala derecha procedente del franquismo) parece dispuesto a utilizar todos los medios a su alcance para impedir el referéndum que el Tribunal Constitucional declaró ilegal. Debe recordarse que la policía efectuó registros en las oficinas del gobierno regional de Cataluña y ha requisado cerca de 10 millones de papeletas el 19 y 20 de septiembre, que 14 altos funcionarios del gobierno regional fueron detenidos el 21 de septiembre, que la justicia ha citado a comparecer a más de 700 alcaldes catalanes, que empresas privadas que contribuyeron a la propaganda por la independencia han sido registradas y que el Tribunal Constitucional ha anunciado multas de 6.000 a 12.000 euros diarios para 24 organizadores del referéndum hasta que cumplan con las resoluciones de la «Justicia». Se han cerrado 60 sitios web que promueven el referéndum, la campaña electoral y la colocación de carteles para la independencia se han declarado ilegales y Madrid ha puesto los fondos regionales bajo vigilancia para prevenir el financiamiento ilegal.
La Constitución considera a España un Estado indivisible. A pesar de la existencia de diferentes naciones (Cataluña, País Vasco, Asturias, Galicia, Andalucía …) el legado del imperio y del franquismo sigue marcado profundamente en la organización del Estado. La burguesía continúa celebrando el «Día de la Hispanidad» y el principal partido de la derecha, el PP, es el heredero directo de la burocracia franquista. Pero realmente, la burguesía española es una clase dividida entre su carácter imperialista y la realidad de no haber conseguido la centralización del poder estatal. El país fue construido sobre el oro de la colonización de América Latina, pero hubo un significativo retraso industrial después. Por otra parte, España no ha completado su proceso de centralización, como lo hizo Francia al aplastar a sus minorías nacionales mucho más eficazmente con la propagación de una ideología jacobina republicana. Sólo unas pocas regiones del norte de España experimentaron realmente la revolución industrial del siglo XIX, como el País Vasco (Euskal Herria), Cataluña (Catalunya) y Galicia (Galiza).
Estas contradicciones han creado una gran miseria en el campo, evidentes desigualdades económicas, fuertes reivindicaciones nacionales y una profunda inestabilidad política. La mayoría de la burguesía está estrechamente vinculada a la Iglesia Católica, desprecia abiertamente al pueblo y sin pretensiones siquiera de esconderse bajo una capa de progresismo. En oposición, el movimiento obrero se desarrolló principalmente sobre una base anarcosindicalista y anarquista. En particular, las contradicciones en la sociedad española condujeron al levantamiento reaccionario y en consecuencia a la guerra civil de 1936 a 1939 que contempló la intervención de potencias fascistas, de México y de la URSS. Los vascos y los catalanes se movilizaron junto a la Segunda República con la esperanza de obtener la independencia nacional, o al menos alguna autonomía y libertades.
La derrota de la República silenció temporalmente las aspiraciones nacionales. El movimiento anarcosindicalista y anarquista fue barrido, los comunistas sumergidos en la clandestinidad y la burguesía aplastó al proletariado. La transición democrática iniciada después de la muerte de Franco en 1975 sólo repintó la fachada del antiguo Estado autoritario y nacionalista: a pesar de la forma parlamentaria del Estado, España tiene algunas de las leyes más represivas de Europa. La tortura de activistas revolucionarios e independentistas es común y todavía no es posible criticar abiertamente a la monarquía.
Pero volvamos a la situación actual. ¿Quién lidera el movimiento independentista en Cataluña? La dirección del movimiento está claramente en manos de la burguesía catalana. En términos de clase, parte del proletariado y de la burguesía y la mayoría de la pequeña burguesía son de cultura catalana. Sin embargo, «los muy ricos y los muy pobres son españoles»: la gran burguesía, al igual que los proletarios más precarios que emigran a Barcelona y las zonas industriales para probar suerte, están más cerca de la cultura española.
En la última Diada (Día Nacional de Cataluña), la fiesta nacional se convirtió en una protesta por la independencia y reunió a un millón de personas. Durante una década el rápido desarrollo económico de Cataluña alentó a la pequeña y media burguesía catalana a apoyar abiertamente el movimiento por la independencia. Para simplificar, digamos que para los burgueses, es más ventajoso mantener todos los impuestos en Cataluña que pagarlos a Madrid. Cataluña todavía representa el 20% del PIB español, el 30% de sus exportaciones y el 50% de su actividad de alto valor añadido. Hay una idea reaccionaria de que «los catalanes» no se deberían sacrificar por el resto de la población española. Sin embargo, ¿debería rechazarse al movimiento catalán en su conjunto? No. Es una lucha nacional con una característica progresista (independencia de un estado imperialista). Pero esta no es una lucha revolucionaria. La opresión nacional apunta al pueblo, pero también a la nación como un todo.
Los revolucionarios del Estado francés deben seguir de cerca la situación. Es una situación potencialmente explosiva en España y podría tener consecuencias muy importantes a nivel europeo, provocando un efecto dominó en el País Vasco y en otros lugares, por ejemplo en Escocia e Irlanda del Norte. Está claro que Madrid no creía que la situación llegase a empeorar hasta este grado. Los conservadores creían que estaban entrando en un simple acuerdo económico con la burguesía catalana, cuya participación en la votación independentista de la que presumían no sería más que un espectáculo ingenioso para movilizar su base electoral.
Pero la burguesía española, ya sea conservadora o socialista, no tuvo en cuenta un factor: impulsada por su base, decepcionada por el declive de la Generalitat contra los conservadores, la burguesía catalana fue más allá de lo esperado. Todavía puede abandonar el proyecto independentista y salir impune haciendo lo que los políticos burgueses hacen mejor, es decir, por medio del teatro. Podrían argumentar que las amenazas (un general del ejército español sugirió que defenderían el orden constitucional «por cualquier medio») y la represión les impiden celebrar el referéndum debido al embargo de papeletas y convocatorias, al cierre de sitios web, a los juicios y a la vigilancia de los fondos fiscales de la Generalitat.
Pero Madrid juega un juego muy peligroso. La desobediencia civil es masiva en Cataluña. Ha habido grandes manifestaciones estudiantiles en los últimos días, muchas escuelas están ocupadas y los sindicatos han dado aviso de una huelga general a partir del 1 de octubre si se impedía que el referéndum siguiera adelante. Si las fuerzas policiales locales, los Mossos, siguen obedeciendo a Madrid, la administración desobedecerá abiertamente. Los registros de edificios públicos han conmocionado al público. Y los juicios a los los líderes catalanes pueden empujar a las masas a intentar una ruptura. Aquí nos enfrentamos a una situación de doble o nada: o bien el gobierno aplasta temporalmente al movimiento independentista, o lo radicaliza y pierde su capacidad para afrontar la presión popular.
En cualquier caso, las próximas semanas serán decisivas. Por lo tanto, nuestro Partido toma las siguientes posturas:
Reconocemos la definición de una nación como una comunidad estable e históricamente constituida nacida sobre la base de una comunidad de idioma, territorio, vida económica y formación psíquica que se refleja en una comunidad cultural.
El Estado español ha utilizado y sigue utilizando la fuerza contra la nación catalana para impedir su secesión. Apoyamos el derecho de la nación catalana a la autodeterminación. Si la nación catalana siente la necesidad de separarse y así crear un Estado independiente, es porque se siente oprimida por el Estado español. Debemos apoyar su derecho a la autodeterminación.
El camarada Lenin nos enseña que «El principio nacional es inevitable en la historia de la sociedad burguesa y teniendo presente la existencia de esta sociedad, el marxista reconoce por entero la legitimidad histórica de los movimientos nacionales. Mas, para que este reconocimiento no se transforme en una apología del nacionalismo, es preciso que se limite rigurosa y exclusivamente a lo que hay de progresivo en tales movimientos a fin de que no contribuya a ofuscar la conciencia del proletariado con la ideología burguesa.» (Notas Críticas sobre la Cuestión Nacional, 1913)
El nacionalismo burgués de cada nación oprimida posee un contenido democrático dirigido contra la opresión, esto es lo que apoyamos. Por otro lado, no apoyamos el contenido destinado a fortalecer el nacionalismo y los privilegios de la burguesía nacional y que rompe la conciencia de clase del proletariado ocultando las diferencias de clase entre burgueses, pequeños burgueses y proletarios.
«Sobre el alegato de que sus demandas son «prácticas», la burguesía de las naciones oprimidas llamará al proletariado a apoyar sus aspiraciones incondicionalmente… El proletariado se opone a tal sentido práctico. Al mismo tiempo que reconoce la igualdad y la igualdad de derechos a un Estado nacional, valora sobre todo y coloca ante todo la alianza de los proletarios de todos los países y evalúa cualquier demanda nacional, cualquier separación nacional desde el ángulo de la lucha de clases obrera. Para los trabajadores lo importante es distinguir los principios de las dos tendencias. En la medida en que la burguesía de la nación oprimida lucha contra el opresor, somos siempre en todos los casos y más fuertemente que cualquier otro, a favor, porque somos los más firmes y más consistentes enemigos de la opresión. Pero en la medida en que la burguesía de la nación oprimida defiende su propio nacionalismo burgués, nos oponemos» (Lenin, citado por Ibrahim Kaypakkaya en «La cuestión nacional en Turquía», 1971)
Apoyamos, por tanto, el derecho a la autodeterminación de la nación catalana. Y apoyamos la unidad del proletariado catalán y español contra los intereses de la burguesía y de los terratenientes.
Fuente: http://www.pcmaoiste.org/communique/sur-la-situation-en-catalogne/